Un comedón es un folículo piloso obstruido. Siendo así, un producto que en su etiqueta indique «no comedogénico» debería ser aquel que en teoría no va a provocarme lo que comúnmente conocemos como punto negros (comedones abiertos) o espinillas (comedones cerrados).
Existen listados que agrupan los ingredientes en base a su grado comodogénico y por tanto su probabilidad de obstruir los poros de forma que los situados en la clase 5 tienen una probabilidad muy alta de obstruir los poros mientras que los ubicados en la clase 1 ó 0 tendrán en teoría una probabilidad prácticamente nula.
Si esto es así de sencillo la regla está muy clara:
Productos no comedogénicos => Una apuesta segura. Este producto no va a darme granos en la vida.
Productos comedogénicos => ¡Alerta roja! No se te ocurra comprarlo. Si ya lo tienes en la mesita deshazte de él lo antes posible.
Me temo que la cosa no es así de sencilla. Veamos por qué:
· Hay que tener en cuenta la concentración del ingrediente.
Incluso si un ingrediente es comedogénico por si sólo, puede que no lo sea cuando se encuentra lo suficientemente diluido en un producto. En los estudios se utilizan altas dosis de los ingredientes. Esto no corresponde con la aplicación que realizamos en nuestra rutina donde la exposición al ingrediente comedogénico es mucho menor. Es posible que un aceite considerado comedogénico facilite la aparición de un brote de acné en una piel grasa. Pero ¿y si ese aceite está sólo presente con un par de gotas en todo el producto?
Para complicar más las cosas no queda todo ahí: no sólo importa la concentración de la sustancia, sino con qué se ha diluido: hay ingredientes que mezclados juntos son más comedogénicos que las sustancias por separado y también se da el caso contrario.
· Los estudios científicos que determinan el grado comedogénico de los ingredientes no son del todo exactos.
Los test que se llevaron a cabo para determinar qué ingredientes eran comedogénicos fueron realizados en conejos *🙁*. Al margen del problema de la ética de la experimentación en animales, el inconveniente que presentan estos estudios es que las orejas de conejo son mucho más reactivas a sustancias comedogénicas que la piel humana. Si a esto sumas grandes dosis de ingredientes aplicadas durante semanas, no es extraño que arrojen resultados que no puedan aplicarse 100% a la piel humana. Es probable que aparezcan falsos positivos, es decir, ingredientes que en la piel humana no provocan acné mientras que en la piel de conejo sí.
Existen también estudios realizados en humanos pero ten en cuenta que se realizan en condiciones exageradas que no reflejan el uso real de los cosméticos. Por ejemplo se realizan en condiciones de oclusión, es decir que las zonas en las que se aplica el ingrediente quedan tapadas produciéndose una mayor penetración. Se escogen pieles con poros grandes y tendencia al acné y se utilizan altas concentraciones que nunca están presentes en los cosméticos. Por último mencionar que los test se realizan en la espalda y no en la cara (ambas pieles son muy distintas la una de la otra). Como vemos estos test tampoco reflejan de forma fiel la aplicación de los ingredientes en la vida real.
· Estamos obviando el hecho de que cada piel es única.
La química y funcionamiento de cada piel es diferente al de otra, de forma que incluso en las condiciones controladas de los estudios dermatológicos, el mismo ingrediente y el mismo procedimiento arrojan resultados distintos en unas personas y otras. Un ingrediente que puede desencadenar un brote de acné en una piel grasa puede ser beneficioso y no provocar la aparición de un sólo grano en una piel seca.
Albert Kligman, uno de los padres de la escala comedogénica llegó a afirmar con el tiempo que «uno no puede determinar con la simple lectura de los ingredientes de un producto si provocará acné o no. Lo único que importa es el comportamiento del producto en sí».
Entonces, ¿no sirven para nada las listas de ingredientes comedogénicos?
No se trata de eso. Pueden ser muy útiles si se consideran como una hoja de ruta orientativa y no en términos absolutos: las listas de ingredientes comedogénicos no van a decirte que un ingrediente va a provocarte acné SEGURO. Sin embargo si al comenzar a utilizar un producto experimentas un brote, puedes empezar por revisar la lista de ingredientes del mismo e intentar localizar si alguno de los clasificados como «muy comédogénicos» está de los primeros de la lista.
Debido a las condiciones exageradas en las que se realizan los test, aquellos ingredientes que estén catalogados en la clase 1 o 0 o se encuentren prácticamente al final de la lista puedes obviarlos, ya que se consideran negativos absolutos. Si no produjeron reactividad en condiciones extremas, es probable que no produzcan ningún efecto negativo en tu piel.
Escucha a tu piel y estúdiala: anota los ingredientes del tratamiento que provocó la aparición de granos. Si vuelve a ocurrir con otro producto compara los ingredientes. Imagínate lo que puedes adelantar si encuentras un ingrediente común altamente comedogénico que se encuentre muy alto en ambas listas.
A la hora de comprar un producto analízalo en busca no sólo de ingredientes comedogénicos, sino de cualquier sustancia que sea potencialmente irritante.
Recuerda que optar por productos con la etiqueta de «no comedogénico» puede ser en principio una opción sencilla y rápida de evitar posibles problemas, pero limitar tu cosmética de forma estricta a ese sello, puede hacer que estés perdiéndote un producto excelente que igual nunca llega a congestionar tus poros (especialmente si no tienes la piel grasa o con tendencia al acné).